SIEMPRE LO HAS TENIDO Y NUNCA TE HABÍAS DADO CUENTA

No te descartes porque las circunstancias sean diferentes a lo que te imaginabas.  

Hacen unos días me pasó algo que quiero compartir y sé que puede ayudar. Hacen días atrás en la mañana, luego de mi tiempo con Dios que es lo primero que hago, me puse a pensar en todos los proyectos que tenía aún pendiente.

Por alguna razón (Dios no hace causalidades) esa mañana me dio con cambiarme a última hora la vestimenta que tenía prevista. Pensando en esas metas y caminando hacia el armario, me detuve, cuestioné y pregunté” ¿Mi Dios será que me estoy echando mucho más a la boca de lo que puedo tragar? Empezaba ya a sentirme insegura e incapaz de realizar todo lo que tenía pendiente, cuando respiré profundo, miré hacia arriba y respondí: “Bueno, yo no sé cómo, pero sé que lo vamos a lograr”.  

Al llegar al armario, me recordé que me había quedado sin papel toalla desde hacen varios días atrás y tenía que comprar. Justo seguido, abrí la puerta del armario y miré hacia al piso (ni siquiera a la ropa). Debajo de mis bultos, tenía una bolsa con un artículo que había comprado y se me había olvidado. Se suponía que el artículo era un papel toalla que había ordenado justo cuando se me acabó, pero al ver que el empaque era completamente diferente a lo que esperaba, asumí que el comprador se equivocó; por lo que lo ignoré y lo guardé para cambiarlo después.

Justo antes de cerrar la puerta, me dio con abrir la bolsa. Al mirar lo que había adentro, abrí los ojos bien grandes como un búho. ¡¡¡Era papel toalla!!! ¡Tenía papel toalla desde hacen días y no me había dado cuenta!

Disculpen mi emoción, pero ya mismo les detallo la razón. Al ver los diez paquetes de papel miro hacia arriba y pregunto, ¿mi Dios que me estás queriendo decir? Siempre ÉL tiene una lección en todo lo que vivimos.

Verán… Todo este tiempo ya yo tenía algo que necesitaba y no lo sabía. No me había quedado en escasez ni estaba corta de algo como pensé. Tenía papel y más papel del que me podía imaginar.

¿Ahora me estás entendiendo? 

¿Cuántas veces en la vida pensamos que nos falta algo y no nos atrevemos a dar un paso hacia al frente en algo diferente? 

¿Cuántas veces nos descartamos o descartamos a alguien más porque no encaja con el estándar?

¿Cuántas veces rechazamos nuestro propósito, ese que Dios nos da, porque creemos no tener las destrezas necesarias? 

¿Cuántas veces nos excluimos porque sentimos que no somos suficientes?

Peor aún, ¿cuántas veces salimos lastimados y trasquilados, por querer resolver rápido a nuestra manera y no hacer lo correcto? … sin entender que Dios ya tiene la solución delante de nosotros. 

Yo estaba pasando trabajo con servilletas que se rompían cada vez que tenía que recoger. Estaba usando también clorox wipes (los cuales me queman y solo uso de vez en cuando) en todo momento como sustituto para limpiar. ¿Entienden? Durante todo este tiempo, decidí utilizar algo que me lastimaba o me daba problemas al final para resolver, sin darme cuenta de que ya tenía la provisión y la solución. 

Me pregunto, ¿cuántas veces no hacemos esto con nuestras vidas y con Dios? Tratamos de resolver los problemas por nuestra propia cuenta, sin ni siquiera pedirle que nos ayude y nos brinde claridad. Le decimos que no a sus planes porque nos sentimos inseguros e incapaces cuando son diferentes a lo que esperamos. Buscamos validación en todo lo externo, cambiando hasta nuestra esencia, sin entender que solo en ÉL somos suficientes… Si tan solo dejáramos que ÉL nos guíe desde un principio.

Así como Dios me hizo entender en ese momento que ya tengo lo que necesito para confirmarme las metas y los planes que ÉL me dio, así te digo yo… ¡Eres suficiente! ¡Tienes todo lo que necesitas para salir hacia adelante! ÉL ha puesto en ti lo necesario para dar ese paso y continuar. 

Escribo esto porque muchas veces tenemos metas y planes (sin contar su propósito) que ponemos en pausa porque no nos sentimos listos. Damos tiempo al tiempo y cuando los vamos a retomar, empezamos a cuestionar todo a nuestro alrededor y a dudar. Tristemente, nos descartamos y terminamos por nunca realizar algo más allá de nuestro confort por nuestras inseguridades, por miedo a fracasar y al qué dirán.

Por eso te digo…

No te elimines de sus planes. 

No te desvalores porque seas diferente. 

No tengas miedo de soltar y dejar ir todo lo conocido por caminar en su propósito.  

¡No te descartes!

Deja los miedos a un lado, abraza tu fe y confía en ÉL. Todo lo que necesitamos está en ÉL. Lánzate a eso que sabes que debes hacer. 

¡Concluye este año en libertad! Lo que buscas y necesitas para empezar, ya lo tienes. 

Ten FE.

Facebook
LinkedIn
Twitter
Pinterest
Email