Mi deseo para ti, aparte de muchísima salud, fortitud, paz y alegrías, es que decidas quedarte, caminar y aprender a esperar en el proceso.
Todo lo que Dios tiene para nuestra vida se da en su tiempo, no en el nuestro, y requiere un proceso. Muchas veces nos rendimos en el medio de nuestro caminar porque no alcanzamos a ver lo que ÉL tiene y está al otro lado.
Nos quitamos sin entender que la espera nunca es pasiva. Su proceso nos madura, nos crece, nos limpia, nos sana, nos fortifica y nos prepara. No le darías tu carro a un bebé, a un niño para que lo guíe porque
1. Puede que no sepa qué hacer con él y se quede estático e inactivo
2. Lo desbarataría
3. Se lastimaría
4. Lastimaría a alguien más
Eso también pasa en nuestra vida. Si no estamos realmente preparados, malbarataremos su propósito y lastimaremos a muchos también en el camino. Ésta es la manera más sencilla de poder describirlo. ¡NO te quites de su proceso y de sus planes!
Nos gusta mucho ver el producto final y los resultados, pero detrás de ellos y de cada logro hay un largo camino de trabajo y trabajo arduo, de incomodidad, de sacrificios y de espera… solo por mencionar algunos.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” – Eclesiastés 3:1
Continúa. Sigue. Camina. Dios en el proceso te limpia, te prepara, te fortifica, te impulsa, te alienta y te progresa.